Hoy es un día muy especial, el cumpleaños de mi punto A, La Madre con mayúsculas, el alma máter de mi vida. Pero este año no es cualquier año. Este año yo también soy mamá y eso lo cambia todo. Cuando eres madre empieza a variar la perspectiva de tus recuerdos, y poco a poco vas descubriendo que detrás del escenario hay un ajetreadísimo backstage, dónde se suda la gota gorda. Ser mamá te permite ver la parte de atrás del guiñol, los hilos y las manos que mueven las marionetas, el reverso de los decorados, los atrecistas corriendo y hasta el apuntador, de eso que ha sido tu infancia. Y te das cuenta de que toda esa puesta en escena que han dirigido tus padres, se merece una ovación. Por supuesto que antes lo pensabas, pero ahora, lo sabes. Porque ahora vives en carne propia el grandísimo esfuerzo que cuesta pensar, orquestar, dirigir y producir, cada día de la vida de un niño. En tus mejores fotos no salen las ojeras de mama, los desvelos de papa, los malabarismos para llegar a todo, los problemas en el trabajo, las urgencias en mitad de la noche, las cuentas del banco, las dudas, ni nada que no sea una sonriente niña caminando con su vestidito de flores entrando en el Zoo de Madrid, de la mano de su madre. Esa foto muestra a una niña plenamente feliz, dispuesta a ver a los elefantes y a pasar otro día de recuerdos perfectos. Esta foto es la foto de tu vida, y es todo lo que debes recordar de tu infancia, que para eso se han esforzado tanto tus padres, pero lo que hasta hoy no sabías, es cuánto, pero cuánto se habían dejado la piel para que tú seas tú. Hoy que mi madre cumple ejem años, y yo ya formo parte del Honorabilísimo Club de la Ojera, quiero darle todas las gracias juntas. Gracias por regalarme una infancia. Y no cualquier infancia, la mía. Gracias por todo lo que me cuidaste en el embarazo, el parto y el caos de los primeros meses, gracias por mi salud perfecta, por renunciar a tantas y tantas cosas (empezando por tu carrera). Gracias por cuidarme desde pequeña, por sonreírme cada día, por acudir siempre que te necesito. Gracias por las cartas de reyes, por los ramos de flores y los paraguitas chocolate al salir del médico. Gracias por querer tanto a papá y enseñarme con tu ejemplo que el amor existe y hay que luchar por él. Gracias por ser mi punto A, por darme tu sonrisa, por inculcar en mi ADN tus incombustibles ganas de vivir. Gracias por quererme como soy y demostrarme que se puede, sí se puede ser quien te dé la gana. Gracias por reinventarte mil veces, levantarte con más fuerza y volver a empezar, gracias por vivir siempre mirando las estrellas. Tu siempre cuentas que un día con 3 añitos estábamos en la cocina de casa. Tu pelabas patatas y yo desayunaba. Entonces yo, removiendo el Colacao, te miré y te dije: “Eres una caballo azul que dispara flechas de fuego al sol”. Cuentas que en ese momento, supiste que yo algún día sería escritora. Bueno quizá aún no lo haya conseguido del todo, pero como no hay nada que se te ponga por delante, algún día lograré que leas en las primeras páginas de mi primera novela una pequeña dedicatoria:
A mi punto A. Espero llegar a ser para J, la madre que fuiste para mí.
Con todo mi amor mami, f e l i z c u m p l e a ñ o s .
Los recuerdos toman perspectiva siempre.
Y tanto que cambia la perspectiva de los recuerdos. Si antes ya los admiraba, ahora más. No han tenido límite para el sacrificio. Pues muchas felicidades para A y Feliz Navidad para ti y los tuyos.
Besos.
Igualmente guapa! Feliz año xa vosotros
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Felices fiestas!! besoss!!
Emilia
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Un beso