Deja de respirar. Coge una última bocanada y suelta todo lo que llevas acumulado estos días y meses que parecen años. Déjate caer hacia dentro, repliégate y abre las costuras de tu cuerpo. Quítate la piel, los nervios, los ligamentos y las arterias, sigue con los huesos, el hígado, los pulmones… y víscera a víscera llega hasta el corazón. Sácate el cuerpo de encima y vuelve a cerrar sus costuras. Peina su melena, vístelo apropiadamente y ponle unos zapatos de zancada corta. Ahora explícale. Explica como se llega, donde está tu despacho y como saludar a todo el mundo, desde el conserje hasta el último compañero de Lagencia. Ensayar juntos el gesto de inteligencia, el ya clásico a ver cuando comemos, y la alegría sincera ante los compañeros que aprecias. Dile dónde está su sitio, saca los pañales, los restos de galleta y los juguetes del bolso, hazle un lazo fuerte para que sepa volver, y déjale ir. Deja que atraviese la puerta sin sentir desgarro y adviértele que no se vuelva para decir adiós o se derrumbará. Explícale que a pesar de lo desconocido, se moverá como siempre, titubeando por ese corredor en forma de embudo que conduce al mundo exterior, allí donde la vida ha seguido todo este tiempo. Dile que moverse ahí fuera será pan comido, andar en bicicleta. Recoge todo su vértigo para que se lo lleve y mete junto a una manzana y el ipad, las sus dudas, el amasijo de culpa y una cajita para guardar el llanto. Las lágrimas de una madre son parte de su curriculum. Dile que será raro y será bueno, que probablemente llorará al cerrar la puerta tras de si, en el coche y en el baño. Que sentirá el charco inmenso de distancia, el agujero en el ombligo, el hueco sordo de la ausencia y hasta se pondrá canciones infantiles en el coche, pero al final se hará con los mandos y verá como el cordón umbilical tira cuando te alejas y no, nunca se rompe, por muy lejos que vayas. Dile que volverá. Volverá con más ganas que nunca y un millón de cosas que contar o sólo una, te extrañé a mares. Abraza ese cuerpo y dile que sea fuerte, que se va solo, que lo hace por ella, que tú te quedas de guardia para que tu princesa no se sienta sola, ni un instante, sin su mamá del alma.
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Virginia Mosquera
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Se me pone un nudo en la garganta al leer esto. Ya queda poco para volver a la voragine laboral despues de la excedencia.
Una y otra vez me repito que va a ser mas facil de lo que creo, mas bien de lo que siento. Las horas pasaran rapidas y cuando quiera dar cuenta estare con fresita en casa, intento convencerme que no va a notar mi asuncia, que no llorara y no la vere en ese estado porque sere incapaz de marcharme, entonces; me imagino haciendo una pequena maleta con lo necesario para huir con mi primera fresita de la primavera en brazos.
¿HUIR?. Si, huir a un lugar en el que la maternidad sea respetada, en el que primen las emociones, en el que la vuelta al trabajo no sea traumatica y no tengas que renunciar a tu carrera profesional por ser mama. En el que la conciliacion de la vida laboral con la familiar no sea de boquilla y no tengas que “jugar tus cartas” para que una excedencia o reduccion de jornada no se convierta en un juego de estrategia. Ser madre y profesional no es una timba de mus, esta por encima de eso por mas que este sistema nos quiera hacer creer lo contrario.
Ohi qué dolor
yes
Duele, duele y cuesta cuesta! y sobre todo no es justo que tengamos que pasar por esto! Pero cuando vuelves a casa y te reciben con una de sus sonrisa en su carita…..
Madre mía, vaya forma de llorar…
Así es cómo me siento cada día desde hace dos meses, dos meses tan largos, tan duros, tan desgarradores. Tantas las lágrimas, algunas reprimidas otras derramadas. Tanta culpabilidad. Tanto anhelo…
Ay, si esque todas somos iguales
Abrazo linda y gracias por llorar conmigo
Yo también me he emocionado contigo, tb fui mami de excedencia y desde hace seis meses mami trabajadora. Y pasé interminables noches en vela donde me consumía la angustia por volver a trabajar, y un vértigo continuo a todas horas. Ahora mi niña lo nota como algo normal, y hasta creo q me apena el verla conformada al mami adiós de cada mañana, aunque por supuesto, es ley de vida y yo solo deseo q esté bien. Eso si, esos meses de excedencia fueron la mejor inversión de mi vida, y sólo puedo recordarlos como pura felicidad .
Me ha encantado conocerte y m quedo por aquí!
Mil gracias por ponerle palabras a todas mis sensaciones…
A ti
Fhvxxxc
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