Y de pronto te quedaste embarazada de nuevo. Pasados los cuarenta (de refilón eh…) y en la flor de tu carrera (jajaja… dejémoslo ahí). Y es así, nada de lo que pensabas se aproximaba ni remotamente a lo que significaría volver a ser Mamá, del mismo modo que te ocurrió con tu primer hijo. Otra vez, un alud emocional que te estalla en la cara y no lo habías visto venir. Te lo habían contado, mientras asentías con la cabeza en tu jaula de territorios comunes, diciendo para dentro, ya, sí, sí, ser madre de dos hijos, me lo puedo imaginar bla bla bla. Señorías: ni de broma. Parece un clásico pero no lo es. Es otra nueva verdad que se expande con la misma intensidad que la primera pero, ojo, más mucho más rápido. A tu segundo hijo lo quieres desde el segundo Zero tanto como al primero, a pesar de que sientes (muy a tu pesar) que apenas pudiste atenderle en el embarazo, (nada de cánticos Bereberes, paseos diarios, charlas con la barriguita, ni siquiera una tarde de yoga-danza pre-natal mindfunless, pobre mío), y es que apenas te daba la vida para arrastrarte por la casa y hacer algo de caso a tu pequeña de 2 años, entre vómito y vómito. Pero esto no es un dato pequeño, al segundo hijo no le quieres más pero sí le quieres más rápido: Tu primer hijo ha allanado el camino y tú transcurres con ligereza por la senda de un amor lanzadera que una vez más, no te esperabas. Boom segunda parate: –¡Pero cómo le quiero!, dices al cielo por las mañanas, apretando al pequeño, moflete con moflete,mientras das las gracias budistas al Dios de las madres por este lechoncete en forma de regalo que te ha dado la vida. Todo esto para decirles señorías que los rumores se confirman: ¡la cara B del single se sale!. Y claro, las amiguísimas quieren saber y te preguntan tímidamente: ¿Y se puede querer tanto al segundo hijo como al primero?. Señorías es un amor tan grande que hace estallar en mil pedazos la propia pregunta. El capital emocional de la familia se ha disparado y ahora todos nos queremos en forma de estrella. Yo adoro a Telmo, Telmo a Julieta, Julieta a mí, yo a su padre,su padre a Julieta, Julieta a Telmo y así hasta el infinito en múltiples combinaciones de 4 elementos tomados de 4 en 4…. y aunque nos chillemos, lloremos y pataleemos de cansancio, rabia, ¿he dicho cansancio?, cansancio total que no te lo crees y que por otro lado tampoco te vençias venir, (por eso sí esto de ser 4 es lo siguiente a AGOTADOR), sigo, falta de sueño o frustración, el exceso de ruido, los gritos a tu hija y la falta de paciencia, todos los días y todas las noches son un regalo de las estrellas, que como el cometa halley, no me podía imaginar ni de lejos.
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Virginia Mosquera
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Me encanta y emociona leer algo así ahora que estoy en mi segundo embarazo….gracias
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